Egoístamente no daría mi opinión sobre esta posada, por intentar mantenerlo en secreto....pero es UN ESPECTÁCULO de lugar para parar, disfrutar de la posada, de la comida y de la compañía se Manu. La posada es una auténtica joya donde parece que se para el tiempo. La decoración está muy cuidada y tienen una colección de elementos de la agricultura, menaje de cocina, utensilios de todo tipo antiguos que merecen una mención. La comida casera que sirven te hace recordar a la comida se casa. El menú de la cena y del desayuno es uno solo, pero abundante y riquísimo. Productos de la zona, y más aún de su casa. Mermeladas hechas con las naranjas y nísperos de los frutales que hay en la posada, pan casero de hogaza de pueblo, tartas, .... Y la piscina para refrescarnos en días de verano es lo mas. Estoy segura que volveremos.
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