En primer lugar, no se entiende la puntuación que tiene este alojamiento. Hay que leer con detenimiento las reseñas negativas porque no son "cosas menores". Teníamos reservadas tres habitaciones y dos de ellas estaban bien: limpieza aceptable (salvo algún pelo en las sábanas o telaraña) aunque con mucho olor y sensación de humedad (he vivido en Asturias, pero, en este caso, era exagerado). El problema fue la tercera habitación, que no se encontraba en el mismo edificio principal que las otras dos, sino en lo que el dueño del hotel definió como "rural". Hemos dormido en muchas zonas rurales, incluso en albergues y RURAL NO ES SINÓNIMO DE SUCIO: hojas secas, arena, múltiples arañas e incluso un gusano. No obstante, lo peor, sin ninguna duda, fue la actitud del dueño, que apareció a la mañana siguiente en una actitud altiva y agresiva a pedirnos explicaciones sobre los comentarios que "nos habían escuchado hacer sobre el estado de la habitación". Tal fue la actitud amenazante de esta persona (encontrándonos además con una niña pequeña), que tuvimos que acabar llamando a la Guardia Civil. Jamás habíamos vivido algo tan surrealista y bochornoso. Finalmente, tras este "incidente" la actitud del dueño lógicamente cambió, ofreció una solución alternativa, buscando una habitación en otro alojamiento cercano a estos dos compañeros, corriendo él con los gastos. Tampoco quiso cobrar 3 desayunos que se consumieron el primer día. Aún así, lógicamente no volveremos a pisar por aquí ni a recomendarlo a nadie. Una verdadera vergüenza.
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