Digamos primero lo bueno: el personal es amable. Ahora todo lo demás. Es un lugar descuidado, antiguo, decrépito. Parece que han intentado hacerle un maquillaje al recibidor de entrada, pero ni siquiera eso está a la altura de un supuesto hotel con 3 estrellas. En cuanto cruzas esa frontera, todo resulta muy desagradable y sorprendente. Las escaleras sombrías, el siniestro ascensor y los pasillos con aspecto abandonado anuncian el terror de la habitación. Al entrar en la estancia, notas pronto que todo está impregnado de un sutil aroma a humedad mohosa y parece que masticas polvo al respirar. El mobiliario, desgastado y viejo, no parece haber sido nunca elegido con mimo. No hay decoración alguna. La pared donde descansa el cabecero de la cama parece haber quedado a medio hacer y se resquebraja. El sintasol del suelo está rasgado en muchos sitios. Encuentro unas extrañas salpicaduras en el marco de la puerta del baño, donde el techo presenta manchad de humedad (o quizás es un guiño a Altamira, es posible que vean ustedes un búfalo) y un halógeno parpadea (el ambiente tétrico no se hace solo). Por si fuera poco, no ofrecen ni gel ni champú. En definitiva: no es un hotel, es una pensión cutre. Menos mal que me pagaban la estancia y que solo fue una noche.
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